
De la naturaleza obtenemos absolutamente todo. De hecho, también nosotros somos naturaleza, pero no hemos aprendido a vernos así; es por este desconocimiento que dañamos lo que somos.
A ambos nos importa el territorio en el que vivimos y en donde caminamos; nos interesan la tierra, la flora, la fauna y el viento. Sabemos que las autoridades tienen la ineludible responsabilidad de trabajar para la defensa de nuestros ecosistemas, no sólo porque represente una actividad más, sino porque es imperativo proteger el tejido que nos preserva como especie. Sin embargo, nosotros tenemos también una responsabilidad; cada persona puede hacer algo en distintas esferas de los diarios quehaceres y en los respectivos grupos sociales.
En nuestro caso, decidimos colaborar con el movimiento ciudadano Yo Soy Zapalinamé, en donde tenemos varios esfuerzos. Uno de ellos es la producción editorial: fusionamos arte y naturaleza en pro de la conservación del ambiente. Así, iniciamos nuestras actividades en octubre de 2009 con Diario de Montaña,
un cuaderno que incluye poemas, fotografías de la Sierra de Zapalinamé y hojas en blanco, para que los caminantes de este hermoso lugar lleven el diario en sus ascensos y lo llenen de pensamientos. Más de un 20 por ciento de las ventas de este diario se donó a PROFAUNA (Protección de la Fauna Mexicana A.C.) para que prosiguieran con su tarea de protección de la misma sierra, tema del diario. Su edición se agotó (realizamos la primera reimpresión en 2013).
Posteriormente, en 2010, generamos La piel de la luz, libro en el que incluimos poemas con imágenes de semillas de cactáceas ampliadas y manipuladas para que generaran diferentes composiciones artísticas. Esta edición, en español e inglés, tiene además una tinta fosforescente, por lo que el libro se puede leer también en la noche; el destino del beneficio en esta ocasión fue la comunidad mascogo de Múzquiz, Coahuila. Con las ventas del poemario se les ayudó a habilitar nuevamente el canal de riego proveniente del Río Sabinas, inhabilitado desde hacía más de 22 años luego de un fuerte huracán, motivo por el cual desde ese tiempo no había vuelto a sembrar.
Así, después de los estudios pertinentes y de la contratación de un ingeniero encargado, los hombres de la comunidad mascogo llamada El Nacimiento de los Negros, participaron en esta tarea que también les fue remunerada; así beneficiamos a familias que han legado mucho a Coahuila con su música, heredera directa del góspel, y de una gran variedad de platillos afroamericanos. Tanto para Diario de montaña como para La piel de la luz, editamos documentales que salvaron, visual y auditivamente, parte de los procesos que vivimos.
En 2013 editamos Sierra Zapalinamé. Guía para conocer y valorar el Área Natural Protegida Sierra de Zapalinamé. De los tres esfuerzos editoriales, es el que más nos apasiona, ya que reúne el conocimiento de gente que admiramos y representa la forma más acabada de compromiso, pues si bien nuestras ediciones anteriores se hicieron con papel reciclado, es en ésta en la que contamos con la certificación más exigente del cuidado del medio ambiente: el sello FSC, que garantiza el uso sostenible de los recursos madereros, esto implica que empleamos un papel de sitios en donde los árboles talados para elaborar sus pliegos, son restituidos y no se afecta a las comunidades vegetales y humanas que viven en los bosques, por decirlo de una manera resumida.
Nuestro esfuerzo se extiende más allá de las cuestiones editoriales, lectura de poesía y música, ya que incluimos en nuestras acciones una campaña publicitaria llamada “Yo soy Zapaliname?. Por una sierra viva”, que estuvo exhibiéndose en los parabuses de la ciudad por ocho meses.
Posterior a este esfuerzo, convocamos a la ciudadanía para conformar un colectivo de arte urbano Yo Soy Zapalinamé. A este llamado acudieron más de 30 personas, integrándose por un colectivo base de 12 personas, quienes a lo largo de cinco años han realizado intervenciones en muros públicos durante los fines de semana o periodos vacacionales de forma gratuita. Los integrantes han variado en participación, sin embargo existe una media que permanece a través de los años.
Los murales de arte urbano generados incluyen frases y datos científicos que permiten poner en valor a la Sierra de Zapalinamé. Los integrantes del colectivo han logrado también adeptos a través de nuestras redes sociales, y se han integrado más de cien ciudadanos durante su paso por el área intervenida, ya sea durante minutos u horas. Hay quienes deciden regresar el siguiente fin de semana. Durante el lapso de creación de la imagen, se dialoga con los transeúntes y se comparten textos de la guía, edición que es nuestro soporte de divulgación de la ciencia, para poder realizar lo que hemos denominado comunicaciones visuales. En dichas comunicaciones, además de los miembros del colectivo, muchos de ellos reconcidos artistas con trayectorias individuales, se han sumado creadores que también han donado su tiempo, como el caso de Carlos Farías, Havi Cruz, Lilette Jamieson, Ariel Leviel y Franz Zamarrón, entre otros.
Los miembros base del colectivo son: César Rodríguez, Natalia Alejandrina Blanco, Concepción Arias, Angélica Arias, Eduardo Ortíz, Dina Gaona, Ismael Cárdenas, Susana Mata, Fabiola Reyes y David Plata, así como Priscila Enriquez (en redes sociales), con quienes trabajamos la parte más popular de este movimiento que nos ha instado a impartir talleres y charlas para el público en general, sobre técnicas artísticas y sensibilización sobre la naturaleza.